domingo, 26 de mayo de 2019

Demiurga de cicatrices

[…] I had not/ known he knew how to lie […]
“Tiny Siren” from Stag´s leap. Sharon Olds

Me gustaría levantarme y gritar como alguien que no hubiera perdido ¿por qué humillas con mentiras tu inteligencia? Lo diría tan claro que sería imposible que alguien lo negara, el mundo vuelto una fiesta de consensos; pero toco las vendas, esas pequeñas cómplices doradas con que abrazo la calma y bordo cada mínima excusa que nunca creo con cabeza, y acaricio, persisto, acomodo con alevosía, continúo una y otra, y otra, y otra vez, pendular irremisión, la función del nosotros-que, contra viento y certeza. No puedo condenarnos y, sin embargo, me concedo a  veces compadecernos, como alguien que ya lo hubiera hecho por aquella yo que pudo ser, por aquella que era, por quien perdía su vida construyendo ficciones, creando la mentira más hermosa, siendo la actriz de lo imposible, la creativa demiurga de cicatrices contra ceguera.

I. Martínez


sábado, 18 de mayo de 2019

El amor que


El amor que conozco es perclórico,
cáustico, gangrena, enfermedad;
es algo parecido a una amenaza de guerra química,
o  esa misma guerra, con algo de gripe aviar
y mucho de encefalopatía espongiforme;
con derroche de ciclotimias y miembros amputados;
es algo catastrófico,
es la erupción de un volcán que deja personas fragmentadas
resueltas en cenizas,
es el ataque de enjambres de abejas que se mueren matándote,
con muchas lipotimias y desmayos y no quieros
y vete de aquí, pero qué putas sois las tías.
Por eso, desisto del amor en la lírica
y reniego de esos grandes machistas de los versos
que usan las mujeres de inspiración vueltas objetos,
metas o musas de urna funeraria,
y me pido con tiempo para Reyes
que no nos améis más,
que nos dejéis cantar sin ser miradas,
que nos dejéis de cantar,
que nos dejéis ser
es
decir
que nos dejéis
ser
seres
decir
dejadnos.

I. Martínez Poyatos


martes, 14 de mayo de 2019

Albúmina

Con la alegría cayendo como lava,
cuando el temblor exacto de este momento
consciente de su inmanencia
se deshace en una soga que no conduce a la lujuria ni a las flores,
escucho como un sol destartalado de mayo
me interroga por mi máscara:
adónde la perdiste, por qué decides hoy
posar descalza y desinhibida
como la hoja del abedul al fondo del río,
por qué abandonar el lugar de la carne
que te dictan tus muertas,
por qué olvidarte de los espejos
y caminar con la piel en camisa
como el áspid en acoso continuo de luto.
Hoy no me duele el barro con que escupes mi mano tendida,
hoy no puede dolerme tu desprecio
ni la autosuficiencia con que pretendes conquistar un mundo
que tiñes de sombras engangrenadas.
He decidido ser una molécula inservible
en el centro del ojo que me mira,
un ápice de aire,
una brizna de azúcar en el corazón del hastío.
Hoy eres tú quien no me alcanza
la altura transparente de la boca.

I. Martínez Poyatos

martes, 7 de mayo de 2019

ALEJANDRA


Cubre la memoria de tu cara con la que
serás y asusta a la niña que fuiste.

Alejandra Pizarnik



Desnuda como un cirio
en esta realidad desordenada
que me deja la ausencia de ojos
Para abismo con el mío
tengo bastante
pero te empeñas en arrancar tu voz
te empeñas en burlarme tu cuerpo
eres la avara del corazón sombrío
que me esconde los relojes
y el muro incandescente
Otros instantes este mismo instante
de yegua dolorida
de tecla desvencijada
sin aguja de marear
ni equilibrio posible
De dónde sale toda esta luz
que me tiñe el cerebro de hojas muertas
Alejandra por dónde se mata aquí el invierno
Y solo escucho las telarañas de tu boca
incrustándome los dientes hasta la herida

I. Martínez 

La próxima


En mi próxima vida, me vestiré de fiesta los domingos
y saldré a pasear contra tristeza 
por las calles vacías y tus ojos,
para quitarte la manía de que los séptimos
son días más aciagos que los primeros.
Ataré con un lazo tus sueños, en mi próxima vida,
para que no se escapen delante de nosotros
a jugar en los parques donde nos dimos tantos besos.
En mi próxima vida, grabaré tu apellido en mi rodela,
me pondré la armadura y saldré a cabalgar
imitando a los locos en mi caballo moribundo,
y salvaré del hombre al universo.
El tiempo irá tan lento, en mi próxima vida,
que tendrá tu sabor la primavera; me acostaré
en el pasto sin horas de tus labios y abrevaré mi sed en ellos.
En mi próxima vida, seremos tan felices
que parecerá espejismo que hubiéramos vivido
anteriormente otra vacía y sombra, tan sin nosotros,
y la verdad que soplaba en mi oído  
—ignoro si fue en Roma o en Florencia,—
el viento que me dictó el otoño de tus ojos
me preñará de nuevo las pupilas,
ese día sin fin de nuestro encuentro,
ese día sin fin de mi próxima vida.


I. Martínez Poyatos

lunes, 6 de mayo de 2019

Los tinder-poetas

Por ética, estética y poética
no leo a con-sagrados
que frecuenten los bares,
a leyendas que exhiban recitales,
slams o microabiertos,
tampoco si encarcelan
a mujeres en verso,
y menos si van de malpoetas
siendo solo aprendices cantacuartos.
Y por supervivencia
ya sé diferenciar
a los versolibristas
de los versoliguistas,
y a los besipatéticos
de los multicopistas.
Solo admito poetas
que citen a mujeres
que los dejaron
para crecer.
Pero, cuidado, admito sus poemas
solamente, y nunca más abajo
de la mente, que yo no me los trago.
A ver si aprenden de una,
y es por todas, que la lírica
no deshace fronteras
ni ayuda a cruzar Braga.

I. Martínez

domingo, 5 de mayo de 2019

Laña

Hoy se me ha vuelto laña
entre pegamento paréntesis
                                                    hueco

Por más que lo volteo
lo mastico lo pro-
ceso
solo encuentro una errata
que casa ayer y luego
que cose ausencia
voz llaga
llama

I. Martínez Poyatos

sábado, 4 de mayo de 2019

Renuncia

Voy a dejar el juego
de los versos
Para qué sembrar
gorriones que se mienten
oropéndolas
Para qué nacer
un mar
si el universo más hermoso
solo quiere ser
piedra
Para qué los centímanos
las clepsidras
el unicornio
y los caballos de madera
Para qué Babilonia
los jardines
Para qué sí sí
si el universo ya era más
hermoso cultivo de nuncas
y tú has granado tu risa
abriendo la rosa de jamás
cuando quise escuchar
túparasiempre

I. Martínez Poyatos

jueves, 2 de mayo de 2019

No sabe el mar que llora

¿Morir ahora que empiezo a comprenderte?
Como la retina cercenada por la prisa,
sin otra motivación que tu lengua en su perenne oficio de terca juglaresa,
la muerte se te escapó de pronto por los ojos
y, sin que pronunciaras mi nombre
o el oráculo aciago que sé desde el principio,
mi oído fue ese caldo primigenio donde todo sería posible
si otra vez, si alguna vez de veras,
dios decidiera existir para nosotros
y creara contigo, milagroso habitante,
esa quinta estación inexistente
donde yo siempre sueño inviernos de yeguas alazanas
y gatos que mudan de color en el arte solar de los espejos.
Fueron tus pupilas mi último verbo,
me miraste tan hondo
que no existieron Chernóbil ni Hiroshima
y todas las pequeñas sensaciones que había acumulado,
amores que se partieron al caer tan profundos,
odios que se fundieron al surgir de tan alto,
bellezas inimaginables que apenas alcanzaba a predecir
inundaron de agua todos mis resquicios
y tuve que besarte en mi poema.

I. Martínez