Mis miedos

Cada vez que mis poemas me dicen giro la cabeza avergonzada, porque soy humana; sólo por eso; porque me siento humana, débil y pequeña, insignificante mota de polvo inconsciente flotando hacia no sabe. 
La belleza es el ancla que ata una mota a otra mota, hasta que desaparece el punto y la línea y aparece el volumen y la materia: y para eso, inevitablemente, no se puede estar sola.
Me frustra ver escurrirse los años como ríos por mis manos; verme salir arrugas y sentir el mismo nudo del fracaso en la garganta; el vacío existencial de estar presa en mi jaula de miedo; en mi pequeño mundo, mi pequeña casa, mi pequeño cerebro. En la rutina pequeña de morirse un poco más cada día. 

Quiero abrir la ventana y gritar porque el sol me calienta; mirar a mi gato que me mira, ahora mismo, en este intante en que lloro, y me comprende. 
Y no tener que lamentar continuamente nacer mujer sin lengua, nacer mujer sin manos, nacer mujer con nudo de nada en la garganta.

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