domingo, 28 de abril de 2019

DESPABÍLATE

No. Por más que te lo creas
la finalidad de mi vida
no es hacer que tu ego
alcance la altura de mi olas.
No me siento perdida
ni lloro en los rincones
las horas que no estuve contigo.
No bebo por tu culpa,
no escribo acróstico tu nombre
en mis sueños más densos,
no pienso en ti
ni compro ropa cara
para que me desvistas.
Solo te lo diré una vez:
tu voz no es la medida de las cosas,
tu boca no dicta mis tiempos,
tu cuerpo es tan defectuoso
o tan perfecto como miles de cuerpos
y eres tan listo y tan tonto
como cualquiera.
Hace tiempo que dejé de ser Casandra,
y Medea, y Dido, y Penélope.
Nunca he sido Electra ni Ifigenia,
ni Inés, ni Lucrecia.
No seré Proserpina
ni Eurídice ni Progne
y de la católica
solo llevo el nombre.
Deja ya de leer,
en serio,
sal de tu caverna,
las mujeres de hoy
somos de otra calaña
incluso las de España.
Bájate de las nubes,
rebájate los humos
y, después, si te queda aún aliento,
entonces… ¡espabila!
y cuéntame otro cuento.

I. Martínez


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