Disparas tu verdad como un cuchillo
y nadie te detiene, y a quien quieres matar
campea impávido, inmune a tus palabras;
y yo, que grito en este bando
tu misma sangre herida,
me estoy muriendo a borbotones,
con los versos abiertos
del napalm de tus manos.
I. Martínez
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