Miro el cuchillo y el filo
ni ríe, ni se inmuta,
si la mente le traza caminos
inexistentes.
Me apoyo en el abismo
y abro los ojos:
veo un jardín y tardes imposibles,
calientes, lentas nubes
y pájaros llorando.
Parpadeo
y el pálpito desnudo
del arte de mi sueño
bordea aquel juguete:
la mente y sus espejos.
Desaparezco el cuchillo
y llega el hambre... Nunca
hubo jardín.
Ay, pequeñez de sangre
enclaustrada en tus cápsulas de arena,
rompe el surco, rebate la condena,
muerde vida...
Abraza el espejismo
o calla para siempre.
I. Martínez
1 comentario:
Un gato sin jardín es como un gato dentro de una nube donde sus pupilas se dilatan y su mente se nubla. Sencillamente genial.
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